ACTITUD ANTE TODO

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Qué se puede esperar de una ciudad en donde el concreto predomina y en lugar de crecer árboles están creciendo edificios, en donde sus habitantes mayormente no caminan y se quejan de que la gente ande en bicicleta, en donde se piensa que tener carro es sinónimo de bienestar y status?

Ayer se me ocurrió ir a Soriana La Fama, por unas cajas debido a mi cambio de casa, y no sé cuantos minutos fueron pero en un piz paz, mi auto fue violentado y saqueado, frente al sitio de taxis y de cientos de personas que estaban en ese estacionamiento. Hasta había dos policías a las 12 del día pero nadie hizo nada, nadie parece que vio algo y nadie me ayudó. Mi sentimiento primeramente fue de incredulidad, luego de tristeza profunda por ver la falta de empatía y al final fue de consternación. 

Al decidir abortar la misión y seguir mis responsabilidades me topé con una chica violenta que al ver que estaba saliéndome de mi lugar, quiso ganarme y estuvo a  punto de chocarme y encima me recordó a mi mamacita. ¡Uffa! Todavía me siento como si me hubieran metido a una pecera de agua sucia y me estuvieran zarandeado. 

En tan poco tiempo tanta violencia, agresión y nada de amor ni empatía. Mientras escribo pienso: «ESTE NO ES MI MONTERREY» o por lo menos no el que yo quiero y fomento para mi familia.

Todo hay que tomarlo como viene y de quien viene, eso dicen, pero creo que más que eso hay que reflexionar y tomar el toro por los cuernos y saber qué es lo que está pasando. 

De entrada me animé a escribir ésto para que los que me leen tomemos una actitud de servicio para nuestro prójimo, y exigirle a las empresas y compañías que nos cuiden y nos respeten, porque en este caso, yo como clienta, no me vuelvo a parar ahí; una por la situación y otra por la falta de compromiso y apoyo ante esta situación.

Cuando platiqué con el jefe de seguridad me dijo: «no señorita, no hay cámaras porque hubo un apagón y robos como el suyo son a diario, frente al sitio de taxis y ellos se quedan callados».

Quedarnos callados es otorgar nuestro derecho a ser plenos y vivir en un ambiente sano.
No se trata de combatir ni levantarnos en armas pero si se trata de empoderarnos y de verdad sentir empatía porque hoy fuí yo pero mañana puedes ser tu.

Otro ejemplo latente: hace un par de meses tengo nuevos vecinos, una pareja que a simple vista pudieran parecer educados por el tipo de autos y ropa que visten, pero otra vez siento una profunda tristeza cuando los he encontrado y al saludarlos olímpicamente se voltean y fuman en la puerta de mi casa sin importarles mucho. 

Es ahí donde pienso: ¿en qué momento se perdió esta línea del respeto hacia el prójimo?, ¿será que esto no lo enseñan en las universidades ni en las familias? No creo que sea una cosa exclusiva de un nivel socioeconomico o cultural. Va mas allá.

Hace cuatro días viajé en metro en la Ciudad de Mexico y durante el trayecto pasó algo maravilloso. 

Al principio del viaje estaba rodeada de puros hombres, todos de diferentes edades y actitudes, algunos si me dieron un poco de miedo pero yo me sentí tranquila porque me siento segura y confiada, arraigada, conforme fueron pasando las estaciones, yo les fui haciendo contacto visual y sonriendo y cuando menos me di cuenta el ambiente a mi alrededor cambió y unos cuantos me devolvieron la sonrisa. «Eso es», pensé. Si trasmitimos miedo y enojo, es lo que recibiremos. 

Entonces hecho,¡a trasmitir amor, independientemente de lo que suceda!

Regala sonrisas. Ve el lado bueno por fatal que sean las circunstancias. Respira y se optimista. Respeta para que seas respetado. Ponte en los zapatos del otro y cuida la naturaleza.

Recordé esta frase que se la escuchaba a un ser muy querido: «somos hermanos y en el camino andamos».

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